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8º Retiro General

Mi alma engrandece al Señor

Introducción a la Conferencia de Directores Generales

En este tiempo bendecido por el Señor, Él nos invita con fuerza a reflexionar sobre lo que significa llamarnos Comunidad Magnificat.

Y así como en los últimos años hemos contemplado a María como modelo a imitar, ahora queremos escuchar la palabra profética del cántico del Magnificat para preguntarnos de nuevo: ¿Qué significa esto para la Comunidad y para cada uno de nosotros? ¿Qué debemos hacer para poner en práctica lo que el Espíritu Santo quiso decirnos al darnos este nombre?

Para la Biblia, de hecho, el nombre caracteriza a la persona, define su esencia: tener un nombre es significar algo. El nombre distingue a la persona de los demás y se convierte en una parte significativa de su personalidad. Cuando Dios da o cambia el nombre a alguien, tiene un significado profético y significa que toma posesión de la vida de la persona. Al cambiar el nombre de Abram, Sarai, Jacob y Simón, Dios se apodera de su persona, de su vida, en su plan.

Cuando el Señor nos dio este nombre quiso decirnos nuestra identidad, nuestra misión, su plan para nosotros.

Continuemos, pues, nuestro camino de contemplación, dejando que María nos guíe, paso a paso, y nos lleve a ver nuestra identidad más profunda, la que Dios siempre ha querido para nosotros al darnos el Magnificat como nombre, para que, como ella, podamos alegrarnos y decir Mi alma engrandece al Señor.

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