Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Camino de la Unidad
Para quienes conozcan la historia de la Comunidad, la noticia es significativa: durante 2015 comenzaron los contactos «oficiales» entre la Comunidad y la Comunidad Magnificat Dominum.
Desde principios de año, estaba previsto un encuentro entre los Consejos Generales de las dos comunidades, que tuvo lugar a finales de abril, durante el cual se decidió continuar un camino de comunión; en septiembre volveremos a encontrarnos.
Las dos Comunidades comparten muchas características, la Alianza, las estructuras, incluso el vocabulario: nada extraño, porque hasta 2004 eran la misma Comunidad. Muchos acontecimientos dolorosos condujeron a una separación con profundas consecuencias en el corazón de muchos hermanos. Durante mucho tiempo fue inevitable un cierto temor a estrechar las relaciones entre las dos Comunidades; las heridas estaban aún demasiado frescas. Pero el Señor siguió «importunándonos» sin darse por satisfecho. Siempre hubo contactos informales, deseos de reanudar el diálogo, hermanos que iban y venían.
Este año dimos un paso más fuerte y significativo: al vernos, hablamos de lo que habíamos llegado a ser, como es normal entre hermanos que se vuelven a ver después de mucho tiempo, pero sobre todo rezamos juntos. Escuchamos al Señor decirnos que toda división es fruto del pecado, que no debemos contentarnos con el estado de las cosas, sino que con todo esmero debemos trabajar para restablecer la unidad; y Él hará el resto.
El padre Massimo Vedova celebró la Eucaristía y, aunque no conocía los acontecimientos más que de oídas, pronunció palabras inspiradas por el Espíritu que nos conmovieron profundamente. Rezamos unos por otros, pidiendo a Dios estar plenamente disponibles a sus planes, a su voluntad. El encuentro, el compartir, la oración comenzaron perceptiblemente a sanar la historia. No tenemos planes, no conocemos el camino que nos espera, pero creemos que el Señor construirá.