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Pedro nos enseña

Los días 28 y 29 de agosto de 2021 tuvo lugar en Miercurea Ciuc, Transilvania, el encuentro anual de formación y comunión de los responsables rumanos de la Fraternidad.

Dos directores generales, Giuseppe Piegai y Teresa Ciociola, fueron invitados y asistieron a la reunión.

La mañana del sábado nos llenó de alegría desde el principio. Dios había hecho posible la presencia de todos los responsables de las Fraternidades presentes en Rumania. Pero nuestros corazones estaban aún un poco cerrados, y en la oración de alabanza que abrió la jornada, el Señor nos instó a dividirnos en grupos y a rezar unos por otros con la imposición de manos: éste era sólo el primero de los muchos dones que nos esperaban.


Las enseñanzas inspiradas en la Primera Carta del primer Papa, el santo apóstol Pedro, comenzaron a plantar en el terreno preparado por la oración de nuestros corazones, semillas misteriosas, destinadas a dar fruto en el momento oportuno.«¡Sed santos, porque Yo soy santo!«.

Sed‘hombres libres, usando la libertad no como un velo para cubrir la malicia, sino como siervos de Dios‘.

«Finalmente, estad todos de acuerdo, compartiendo las alegrías y las penas de los demás, animados por el afecto fraterno, misericordiosos, humildes«.

Por la tarde, cuando estábamos reunidos en torno al Santísimo Sacramento en adoración, el Señor nos miró de nuevo con misericordia y nos dio, a cada uno de nosotros, la oportunidad de librarnos de cualquier falta de perdón entre nosotros y de reconstruir puentes de amor. Fue un momento de gran gracia, en el que nuestro buen Jesús curó heridas y abrió cerrojos que habían bloqueado auténticas relaciones fraternas.

Los momentos de intercambio, especialmente el segundo día del encuentro, fueron valiosas oportunidades para conocerse, recibir consejos, enriquecerse mutuamente.

Esta formación nos ha ayudado a comprender mejor lo que significa ser responsable y que es importante saber quiénes somos, para estar verdaderamente con nosotros mismos, y luego dirigirnos a nuestros hermanos y hermanas y servirles con amor.

Al despedirse, una de las hermanas encargadas exclamó: «¡Ahora que acabamos» de entrar en calor «tenemos que irnos! Deberíamos quedarnos otra semana!».

Anticipándonos al tiempo del que ya nos ha hablado el Señor, el tiempo en que tendremos también un Campus Comunitario de Verano en Rumanía, hemos vuelto cada uno, con el corazón renovado, a nuestras familias y a nuestros hermanos.

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