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Viviendas compartidas
… estaban juntos
Hechos 2, 44
y tenían todo en común
La historia de la vida en común de la Comunidad Magnificat comenzó el 11 de febrero de 1985, ya con una identidad propia y específica: la de tener como centro la Eucaristía, la adoración eucarística. Los primeros aliados de la Comunidad Magnificat que comenzaron a vivir juntos acogieron esta llamada a ser adoradores delCordero de Dios. Y el Señor quiso acompañar con su presencia cada mudanza que se produjo a lo largo del tiempo, yendo«de tienda en tienda«, es decir, moviéndose con la pequeña comunidad de vida en más de una mudanza. Incluso en Ferro di Cavallo, en las afueras de Perusa, en la actual casa de la comunidad, el arzobispo Giuseppe Chiaretti permitió, en 2004, la presencia del Santísimo Sacramento, conservado en la pequeña capilla del piso.
La vida comunitaria comenzó con Ginette Girardet y Fernanda (Wanda) Rossi, cerca de la Iglesia de Nuestra Señora de la Luz, abierta para la Adoración Eucarística diaria desde el 15 de octubre de 1984.
Wanda entró en la casa de Via del Poggio el 11 de febrero de 1985 (memoria de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes), cuando el entonces arzobispo de Perugia-Città della Pieve, monseñor Cesare Pagani, bendijo la casa. Ginette llegó allí unos días después.
Guiando los inicios de esta experiencia de vida en común estuvo el Padre Raniero Cantalamessa, que fue un punto de referencia durante más de diez años.
El 13 de diciembre de 1989, Wanda fue consagrada con tres votos en manos del arzobispo Ennio Antonelli, consagración que tuvo lugar después de los votos privados de Ginette.
La vida en la casa común
La vida que los aliados de la Comunidad llevan en la casa se desarrolla dentro de una rutina diaria normal, en sencillez y sobriedad de vida, compartiendo bienes espirituales y materiales.
Además de los encuentros previstos por el camino de la Comunidad Magnificat, hay momentos de oración en común, en la casa, como la Liturgia de las Horas y momentos de oración personal.
El cuidado del hogar se confía a la responsabilidad de todas las personas que lo componen, con turnos en las tareas domésticas y servicios diversos: el orden de la persona y del hogar se convierte así en el espejo de su alma, el lugar donde habita Dios.
La vida de las personas de la casa está coordinada por un moderador.