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Abre mis ojos
para que pueda considerar
las maravillas de tu ley

Salmos 119, 18

Fue en 1986 cuando, durante un retiro comunitario, salió a la luz una profecía, confirmada también por una persona que -aunque no estaba presente en aquel encuentro- había tenido la misma intuición: el Señor deseaba que en el centro de la Comunidad «latiera un corazón», un cuerpo de hermanos y hermanas, que se presentara ante Dios para dar la profecía a toda la Comunidad. Para utilizar una imagen, Tarcisio Mezzetti evocó una vez la de la Fuente Mayor de la plaza principal de Perusa, donde, desde una fuente central, el agua llega a todas las partes de la propia fuente a través de muchos surtidores: una fuente de vida y de unidad.

En la confirmación profética de la persona que no había estado presente en el retiro -se trataba de Agnese Mezzetti-, este cuerpo de hermanos debería haberse llamado «consejo de ancianos».

Desde entonces, a lo largo de la historia de la Comunidad, ha habido un desarrollo problemático de esta profecía, pasando de la idea de que debían dirigir la Comunidad en funciones de gobierno a la intuición original, tal como se definen y viven hoy, según el último Estatuto aprobado por la Asamblea General.

Entre los miembros Aliados, algunos son reconocidos como Ancianos por un carisma profético particular para custodiar y desarrollar el patrimonio espiritual de la Comunidad. Son elegidos, cada seis años, por la Asamblea General, a propuesta de los Responsables de la Fraternidad. Los Ancianos se reúnen al menos una vez al año para orar y reflexionar sobre la vida y la misión de la Comunidad. También asisten a las reuniones de la Asamblea General.

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