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… expuestos
con mayor precisión
el camino de Dios

Hechos de los Apóstoles 18, 26b

A quienes han tenido la experiencia de la efusión del Espíritu en un seminario animado por la Comunidad se les exige -casi siempre- un periodo de tiempo para que tomen conciencia de la novedad que han encontrado.

A menudo se trata de neófitos, es decir, de personas que no proceden de una vida de fe. Por eso necesitan que se les acompañe, si así lo desean, en un camino de profundización en el cristianismo que les ayude a arraigarse en Cristo.

Tras muchos años de experiencia sobre el terreno, la Comunidad ha estructurado itinerarios que se ofrecen al final del seminario Nueva Vida.

Post-efusión

Este primer camino se llama «Nueva vida en Cristo», y dura unos tres o cuatro meses durante los cuales, con la ayuda de algunos animadores, los participantes reciben algunas enseñanzas a partir de la lectura de los textos de algunos milagros relatados por los evangelistas, que representan iconos del cambio de vida que se produce para quien experimenta el amor de Dios en Jesucristo.

Las distintas catequesis -y los demás momentos propuestos en estos encuentros post-efusión- ayudan a los hermanos a tomar conciencia de lo que ha ocurrido en ellos durante el Seminario de Vida Nueva en el Espíritu y, sobre todo, después de la oración de efusión.

Al mismo tiempo, también se profundiza en la peculiaridad de la Oración Comunitaria Carismática, para que pueda ser comprendida y -si se desea- vivida.

Los objetivos de esta ruta son los siguientes

– toma conciencia de lo ocurrido con la Efusión;

– comienzan a «entrar» en la espiritualidad carismática;

– empezar a «ejercer» los carismas;

– empezar a participar activamente en la oración comunitaria carismática;

– integrarse progresivamente en la vida de la Fraternidad.

Discipulado

Este segundo camino -propuesto a quienes han vivido la experiencia de la efusión y de la post-efusión- tiene una duración mucho más larga, no inferior a dos años y medio, y se caracteriza por cuatro etapas, todas ellas encaminadas a un conocimiento progresivo del cristianismo y a la inserción en la vida de la Iglesia, de la comunidad cristiana y no necesariamente de la Comunidad Magnificat.

Etapa I: Convertirse en discípulos del Maestro

Durante este tiempo, bajo la guía de los animadores comunitarios, los hermanos y hermanas son conducidos hacia un punto de inflexión en su camino: habiendo realizado el encuentro con Cristo, puede comenzar para ellos lo siguiente.

Por tanto, toda la etapa tiende a un único objetivo: animar a los hermanos a que elijan ponerse en la escuela de Jesús. Todos los encuentros de la etapa se centran en la belleza de la persona de Jesús que llama al discipulado, exhortándoles a no temer ante las condiciones que Él pone, porque es un maestro que no defrauda y que recompensa cien veces y más cada renuncia hecha en Su nombre.

Etapa II: El Evangelio del Reino

A través de la escucha del Evangelio y, en particular, de algunas de las parábolas que Jesús contó a la multitud (y que más tarde explicó a los discípulos), se presenta el núcleo de la enseñanza de Jesús sobre la salvación.

En un ambiente cada vez más fraternal, el grupo de discípulos aprende poco a poco a crecer juntos, a compartir su camino con los demás.

Etapa III: Los discípulos del Maestro

En esta tercera etapa, se presenta a los participantes a algunos de los discípulos de Jesús mencionados en los Evangelios: María de Nazaret, María de Betania, Zaqueo, José de Arimatea

Mediante la presentación de estas figuras, se ayuda a los hermanos y hermanas a considerar la respuesta que estas figuras dieron a la llamada del Señor, para recibir inspiración, testimonio y aliento. En cada figura presentada se destaca una virtud cristiana, propuesta como punto de conversión para todos los participantes.

Etapa IV: La comunidad de discípulos

Esta última etapa representa un cambio de horizonte para dar a los discípulos una nueva perspectiva, la de los hermanos y hermanas que hacen el mismo camino con ellos.

El discípulo, en esta etapa, debe preguntarse: «¿Quiénes son ellos para mí? ¿Quién soy yo para ellos?». La etapa responde a estas preguntas afirmando que la Biblia nos presenta la voluntad de Dios para los hombres que han aceptado la fe en Jesús, es decir, hacer de ellos un solo cuerpo, el de Jesús.

La etapa se caracteriza por una introducción general sobre la llamada a vivir en la Iglesia y por entrar en la especificidad de los cuatro pilares en los que se basa la vida comunitaria cristiana: la comunión fraterna, la Eucaristía, la escucha de la Palabra de Dios y la oración.

En la Iglesia Al final del camino del discipulado, se invita a los hermanos y hermanas que lo han recorrido a que decidan ahora implicarse activamente en la comunidad cristiana en la que se sienten llamados por el Señor a aportar su contribución como personas nuevas, conscientes de que tienen«una manifestación particular del Espíritu para el bien común«(1 Cor 12,7) que dar a la Iglesia.

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