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Cuando te reúnas,
uno tiene un salmo,
otro tiene una enseñanza;
uno tiene una revelación,
uno tiene el don de lenguas,
otra es interpretarlas:
todo sucede para edificación

1 Corintios 14:26

Cada fraternidad, cada semana, se reúne en oración en torno al Señor Jesús para escuchar su Palabra.

A partir de aquí, toda la vida de la Fraternidad toma su origen, su fuerza y su dirección.

Un tiempo comunitario vivido en la presencia de Dios en alabanza, adorando a Dios, escuchando su Palabra, respondiendo a su invitación.

La oración, abierta a todos los que deseen unirse a la Fraternidad en ese momento, se desarrolla en un estilo sencillo y alegre, siguiendo el estilo de la Renovación Carismática Católica. Es un momento rico en cantos espirituales -de alabanza o meditación-, la Palabra de Dios y la voz de todos los presentes, tanto en forma coral como personal.

Se invoca al Espíritu Santo para que guíe la reunión, de modo que nunca hay un patrón fijo para la oración en sí: se espera a que el Señor actúe como quiera en el cuerpo de los hermanos y hermanas reunidos a través de cada uno de ellos, con la certeza de que, mediante la oración espontánea y el carisma de la profecía, se desarrollará una «conversación» entre la asamblea reunida y el Señor que la convocó.

Esta experiencia ve en las palabras de Pablo a los Corintios su punto de referencia: «Cuando os reunís, uno tiene un salmo, otro una enseñanza; uno tiene una revelación, uno tiene el don de lenguas, otro tiene el don de interpretarlas: que todo sea para edificación. Cuando uno hable con el don de lenguas, que hablen dos, o a lo sumo tres, uno a la vez, y que haya uno para interpretar. Si no hay nadie que interprete, que cada uno guarde silencio en la asamblea y hable sólo para sí y para Dios. Que hablen dos o tres de los profetas y que los demás juzguen. Pero si entonces uno de los presentes recibe una revelación, que calle el primero; pues de uno en uno profetizaréis todos, para que todos aprendan y sean exhortados. Las inspiraciones de los profetas están sujetas a los profetas, pues Dios no es un Dios de desorden, sino de paz » (1 Corintios 14: 26-33).

Corresponde a los responsables de la fraternidad velar por que la reunión se desarrolle de forma ordenada y espiritualmente fructífera para todos los participantes.

La Palabra de Dios que caracteriza la reunión, recibida con sencillez y leída en secuencia a lo largo de las semanas, constituye no pocas veces un verdadero «discurso de Dios» dirigido a la fraternidad, que indica el punto de conversión comunitaria o la prioridad en la que hay que centrarse. La experiencia ha mostrado a la Comunidad cómo en esos momentos el Señor se deja encontrar, especialmente por quienes participan por primera vez, sintiendo la presencia viva de Dios en esa asamblea, hablando y actuando. Por ello, la reunión semanal de oración comunitaria carismática es uno de los principales medios de que dispone la Fraternidad para evangelizar.

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